Suena el despertador, en ese momento te das cuenta de que es el día D, todavía no la hora H, pero esa mezcla de nerviosismo, incertidumbre y ganas es indescriptible. Me duché la noche anterior, por lo que aproveché ese tiempo para refrescarme la cara, mirarme al espejo y convencerme a mi mismo de que podría hacerlo. Preparé la mochila. Una camiseta interior térmica, una camiseta de manga corta, unas mallas largas, mis zapatillas, una toalla pequeña, dos barritas energéticas, un bote de fisiocrem y una botella de agua. Quedé con mi compañero para desayunar en una cafetería cercana a nuestro hotel, una tostada con aceite y tomate y un zumo de naranja. El ambiente estaba enrarecido, de las 30 personas que había en esa cafetería me aventuro a decir que todos eramos opositores. No se escuchaba nada más que el ruido de las cucharas moviendo el café o el crujido del pan al masticarlo. Al salir a la calle, el día había cambiado, las primeras gotas comenzaban a caer y el frío hacía acto de presencia. Nos dispusimos a coger un taxi camino de la Escuela Nacional de Policía.
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Tribuna de Ávila |
Durante el trayecto, mi compañero y yo apenas articulamos palabra, salvo por algún comentario del taxista que nos deseaba suerte y que nosotros agradecimos. Llegar fue una sensación totalmente distinta a la del día anterior, ahí estábamos con la mochila y esperando en la cola de opositores. Fuimos pasando poco a poco, y en la puerta nos registraron las mochilas, nos dieron la pegatina de opositor y nos la pusimos en el pecho, aquí es cuando comienza una de las anécdotas que me pasaron. Resulta que tenía un jersey, y me pegué la pegatina encima de él, nosotros íbamos andando muy nerviosos, nos cruzábamos con los policías alumnos que nos miraban sonriendo y dándonos ánimos hasta que llegamos al pabellón. Había un policía alumno en la puerta que nos decía por dónde
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Diario de Ávila |
teníamos que entrar para pasar a los vestuarios, pero cual fue mi reacción cuando nada más pasar al vestuario vi que mi pegatina no estaba, y nos repetían que era necesario que se viese bien la pegatina de OPOSITOR, mi corazón se puso a mil, salí del vestuario y allí estaba en mitad del pasillo... ¡Menos mal! Superado el primer "problemilla", tocaba vestirse, no sé como lo hicimos, estábamos muchísimos opositores para un vestuario que era normalito. Una vez vestidos, salimos al pabellón, eso era ya otra historia... Las gradas empezaron a llenarse de familiares y amigos, yo y mi compañero decidimos que lo mejor era estar lo más cerca posible de la valla que delimitaban los circuitos y el resto de opositores pues cuando cuando nos llamasen no tendríamos problemas en escucharlo perfectamente.
Aquí es realmente cuando comienza todo, estás ahí sin saber que hacer, supuestamente debes calentar, moverte, estirar... ¡Pero no hay hueco! Ese día estábamos pegados todos, a no ser que corrieses en el sitio, aún así era muy difícil intentar entrar en calor, así pasó un buen rato hasta que explicaron el proceso, era un llamamiento único por lo que si te llamaban y estabas en al baño, ¡hasta luego Lucas!, así de claro y así de crudo, aún así hubo gente que se acercaba después de haberles nombrado y decía que estaban en el baño que no lo habían escuchado, la respuesta del policía era clara, nos vemos el año que viene. Empezaron los hombres, y yo que sabía que era de los primeros ya estaba cagadísimo, sí, tenía muchas ganas de ir al baño, quería terminar cuánto antes... Y escuché mi nombre y apellidos, en ese momento cambié el chip, me concentré a tope y me dije que podía hacerlo. Dimos el certificado médico y el DNI, y nos repartieron el dorsal junto con cuatro imperdibles, te mandan al circuito, yo era el último de mi tanda por lo que veía como mis compañeros hacían el circuito, como pasaban a las dominadas, pero también como tres de ellos tiraban una valla y se ponían detrás de mi para intentar por segunda y última vez estar vivos en esta oposición. Ya estaba preparado, me coloqué y salí, la verdad es que aseguré un montón pues para mi esta prueba era clave para mi cabeza, cuando dí el último salto y el policía examinador me dijo 9,7 suspiré. No era mi mejor tiempo ni mucho menos pero al menos tenía un 7 de nota. Desafortunadamente dos de mis compañeros en mi tanda quedaron eliminados.
Tocaba la dichosa barra, me parece que había cuatro barras, en los foros se había rumoreado que uno de los examinadores era muy exigente, y sabía cual era. Estaba deseando que no me tocara, y ¡bingo!, una de las examinadoras que parecía bastante simpática me llamó. Me puso el taburete, y me dijo que cuando estuviese listo me subiese y agarrase la barra, entonces me quitaría el taburete y comenzaría. Subí, coloqué mis manos en posición y empecé, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, ese momento me dijo que no me balancease y volvió a contar seis, siete, ocho, nueve, y ya no pude más, yo me hacía 10-11 normalmente pero al quitarme una, la dichosa número seis que repitió dos veces, me partió y no pude alcanzar el 5, por lo tanto me fui a la carrera con un 4, necesitaba sacar un 4 para aprobar. Cogimos nuestras mochilas y un policía nos guió hasta el minibus, el conductor era muy simpático y nos deseo toda la suerte del mundo. Mientras tanto en el minibus, muchos comían una barrita, otros se cambiaban de calzado, yo por mi parte bebí agua y me mentalicé para la carrera. Nada más salir
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Foro Policía |
del bus, empezó a llover y además con bastante viento, por lo que sabía que sería difícil mejorar tiempos. Eramos una tanda bastante numerosa, quería posicionarme de los primeros para la salida pero fue imposible, me tocó muy atrás y sin apenas calentar el examinador dio el pistoletazo de salida. La carrera la llevaba muy bien, pero al comenzar tan atrás perdí mucho tiempo adelantando gente aún así, en los primeros 200 metros conseguí ponerme con el grupo líder, eramos unos 5 y uno de ellos empezó a tirar bastante fuerte, yo me vi con fuerzas y lo seguí a una distancia de dos metros, y así transcurrió el 80% de la carrera, al ser dos vueltas y media no me dio tiempo a sentirme cansado, no tuve ningún momento crítico, simplemente me decía "vas a ser policía, y lo sabes". Los últimos 200 metros apreté bastante y cuando solo quedaban unos 50, conseguí adelantar al primero y entrar con 3,07. Una lástima pues si hubiese hecho un segundo menos ya estaba en el 8 de nota, aún así contento por sacar un 7 en una prueba difícil. ESTABA APROBADO.
Después nos fuimos a la ducha, una de las mejores sensaciones que uno puede tener, debajo del agua caliente sabiendo que has dado todo y que el primer paso lo has conseguido. Terminé y me subí a la grada, esperando ver a mi compañero, eso sería muy buena señal pues habría aprobado las otras dos pruebas. No fue hasta de las últimas tandas de la mañana cuando lo vi, me miró y me dijo que la cosa estaba muy jodida, necesitaba una proeza para poder aprobar. Y es ahí cuando el tío sacó todo lo que tenía dentro y mejoró en al menos 20 segundos su mejor marca en entrenamientos y pasó la prueba por la friolera cifra de un 1 segundo... ¡Que crack!
El camino de vuelta a pesar del cansancio fue un no parar con tanto WhatsApp y tanta llamada a familiares y amigos, después quedaba lo mejor probar el famoso chuletón de Ávila y vaya si lo probamos. También la sopa castellana, una delicia oiga! Por la tarde decidimos visitar un poco la ciudad y tomar algo, al día siguiente teníamos el viaje de vuelta. Ya tocaba preparar la teoría. Era el siguiente paso hacia nuestro sueño.
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Chuletón de Ávila - Foto Personal |
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Sopa castellana - Foto Personal |
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Muralla de Ávila - Foto Personal |
Y hasta aquí una de las entradas más largas hasta la fecha, espero que os haya gustado y me comentéis vuestras impresiones y vuestras experiencias en aquel día.
¡Mucho ánimo compis y al lío! Feliz fin de semana.